domingo, 3 de abril de 2011

Soy una pringada...


No dejo de sorprenderme de mi misma de cómo a pesar de los años me siguen tomando el pelo!

Aunque creo que he mejorado y que mi intuición ha progresado para detectar engaños o posibles cosas que me puedan herir o decepcionar, sigo siendo muy ingenua. Y ahora me siento un poco rara. No se como llamar exactamente a esta sensación: decepción, engaño…

Es una mezcla de sentimiento. Es una tristeza que te sube las lágrimas a los ojos pero que tampoco es lo suficiente intensa para que estas afloren al exterior. Es como abrir los ojos después de la oscuridad y se ve todo claro, entonces puedo apreciar que las formas no son exactamente lo que esperaba. Es desilusión, porque la confianza en algo que crees se rompe al comprobar que nada era real.

La culpa (si es que es de alguien) en mía, por supuesto, por confiar plenamente en alguien, por defenderle, por creer en sus principios. Y ahora que se que todo lo que he defendido no existe, me siento gilipollas. Me siento que he estado enredada en algo que no era asunto mío y que alguien necesitaba de mi aprobación para apaciguar su propia conciencia.

Espero aprender con esto, a ser un poco menos pringada la próxima vez. Aunque conociendo mi afán por creer y confiar en las personas, no se si me servirá de algo.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Algunas Cosillas




Algunas cosillas que me han hecho sentir bien.


- Llamar a mis amigas a las 2 de la madrugada porque estoy triste y que no me cuelguen el teléfono. Esto es mejor aún que el valium.
- Salir, beber, el rollo de siempre.
- Una fiesta sorpresa en la que me sorprendí.
- Aprender algo nuevo.
- El sexo con amor, el sexo matutino, vaya, todo el sexo.
- Admirar a alguien.
- Las cartas que recibía cuando estaba en Irlanda.
- Intentar estudiar y conseguirlo.
- Conseguir una buena compañera de piso.
- Una clase de spinning.
- Cuando reencontré a una amiga en un aeropuerto.
- Recordar que tuve infancia.
- Recuperar relaciones.
- Que me tiren los trastos a la cabeza. (esto siempre le sube el ánimo a una).
- Reírme de un problema ajeno. Se que esta feo, pero fue algo inocente.
- Desahogarme escribiendo y burlarme de mis propios problemas cuando los releo tiempo después.

Algunas cosillas que me han hecho sentir mal.

- Las Navidades.
- La distancia.
- El abandono.
- Las mudanzas.
- Que nunca me pidieras perdón.
- El rencor absurdo.
- Reprimir mis sentimientos hasta reventar.
- La verdad.
- La mentira.

domingo, 11 de enero de 2009

Tatuajes del corazón.


¿Que es el miedo? Algunos dirían que una reacción de defensa a estímulos externos que nos ayuda a auto defendernos de algo o alguien, de hecho así es. Un mecanismo de protección. Aunque en la sociedad en la que vivimos no se exactamente de que nos sirve, ya que difícilmente estamos expuestos a situaciones límite, hasta en muchos casos provocamos la posibilidad de que nuestro organismo deje correr esa maravillosa hormona llamada adrenalina.
El miedo no es solo algo intrínseco como decía hace un momento, es un sentimiento heredado de las experiencias que nos ha dado la vida. Parece que con los años lo tenemos más presente a la hora de tomar decisiones, sobretodo si hay un riesgo a ser heridos de alguna manera.

El miedo es inevitable y está causado en parte por nuestro pasado. Los miedos son como cicatrices, más bien como tatuajes que recubren nuestra piel y tienen un tamaño u otro en función de la importancia que les damos y están situados más o menos próximos al corazón según la carga emocional que poseen. En el corazón se encuentran las personas que son o han sido trascendentales en nuestra vida, es donde están los despechos, los odios, los celos, la soledad, la tristeza, la humillación, el orgullo, la desesperanza, el olvido, el perdón, el amor y el desamor... Lo mejor y lo peor que nos ha pasado. Tatuajes que se sobreponen unos a otros mezclando contradicciones y haciendo un coctel de nuestras emociones que a veces puede resultar delirante. Son docenas de marcas que vamos acumulando a lo largo de los años y que no duelen si no las miramos mucho. Pero les pertenece cada una de nuestras relaciones, de nuestras palabras o emociones aunque no seamos conscientes de ello.
Con el tiempo esto nos limita, hace que no arriesguemos y acabamos siendo unos miedicas. Cuesta exponerse a seguir siendo tatuado, a dejarnos pinchar por las agujas que abren heridas por mucho que luego sepamos que nos cicatrizarán, porque la marca irá siempre con nosotros como un sello identificativo, algo único, intimo y personal.

martes, 24 de junio de 2008

Cosas que tengo que hacer aún.

- Pisar el Sahara.
- Atracar un banco.
- Destrozar una bajilla por que sí.
- Amar y ser amada (al mismo tiempo).
- Tener una relación lésbica.
- Ser psicóloga.
- Dejarme tatuar por Gador.
- No perder a los buenos amigos en el olvido.
- Aprender a perdonar lo imperdonable
- Seguir diciendo lo que pienso y pensar en lo que digo.
- Tener un año sabático.
- Algún deporte de aventura (para empezar, algún deporte).
- Componer una canción.
- Conseguir que suene audible lo que sale de mi guitarra.
- El camino de Santiago.
- Tener un hogar donde volver siempre que me vaya.

- Tachar el máximo posible de ítems de esta lista.

Sector terciario o de tercera?



Quien es el verdadero beneficiario de las entidades sociales? Es lo que hace un tiempo ronda por mi cabecita. Llegué a esto con la ilusión de quien realmente va hacer algo útil con su existencia, pero este mundillo esta lleno de gente que solo vale para estar sentada detrás de la mesa de un despacho, para ir a reuniones (hay que escucharlas, son absurdamente descojonantes) o asistir a presentaciones de actos donde todo el mundo habla de lo bien que lo hace y se hacen pajas mentales mutuamente.
Se lo que muchos estáis pensando, que así funcionan la mayoría de las empresas y de que coño me extraño. Uff, lo que siento se parece a la decepción, con un ligero matiz de “te han tomado el pelo pringada”. Pues si, aquí como en el resto del mundo globalizado, el interés de que todo funcione, el petroleo del mecanismo tiene un nombre: dinero.
Estoy harta de escuchar frases tipo “cambiar la realidad”, “resolver una necesidad”... Pero de quien? Quedan tan bonitas las palabras en el papel. Poco conocen los que deciden, las reales circunstancias de lo proyectos. Es probable que lo que me causa esta necesidad de expresarme sea la impotencia de ver que hay mucho mas que podemos hacer, que es accesible a nuestro alcance y no se hace por motivos que prefiero no mencionar porque pasaría de lo “políticamente incorrecto” a lo “se te va a caer el pelo por lo que has dicho (escrito)”.
La pregunta que dejo al aire para que reflexione quien le de la gana es : realmente alguien piensa en los usuarios (si, usuarios) cuando elabora un proyecto? Quizás si se hiciera no harían aguas tantas iniciativas.
Es demasiado tarde para decir que no quiero crear una mala imagen de los servicios sociales? Jejeje. Esta es solo la peor parte en la que quizás y seguramente era la única que desconocía su funcionamiento. Aterricé hace relativamente poco al carro del sector terciario con una opinión totalmente idealizada de lo que encontraría, solo a sido abrir los ojos a base de hostias. Suena más dramático de lo realmente es: aprender que no siempre se cumplen las expectativas.
Por ultimo, GRACIAS de todo corazón, a los profesionales que le dan sentido a todo esto y hacen que uno tenga ganas de superarse, mejorar o simplemente de hacer las cosas bien. Gracias compañeros, por darme la oportunidad de aprender de vosotros.
Laia

domingo, 2 de marzo de 2008

MI MOVIMIENTO

Después de casi un año el corto se ha acabado y nuestro Fife no nos ha decepcionado ni mucho menos. Ha sabido plasmar en imagines la idea que surgió con la intención de mentar una critica no solo a la especulación inmobiliaria sino a diversos aspectos de la forma de vida occidental que muchas veces suponemos como la mejor.
Me ha hecho mucha ilusión verlo acabado, espero que os guste.

http://es.youtube.com/watch?v=QsjxqIiueXY






viernes, 15 de febrero de 2008

cualquiera puede ser un mártir.


Que os parece si le llamamos a esta época, el tiempo de la pastilla??? Creo que es una frase muy apropiada al contexto en el que nos encontramos. Nunca antes había conocido ni visto a tantas personas que tomen algún medicamento de tipo ansiolítico, antidepresivo, relajantes musculares, somníferos, etc. Quien no conoce a alguien que consuma este tipo de ungüentos.

No voy a discutir que estamos en el siglo de las enfermedades mentales (esto otro día), es solo que me siento impotente de ver como el sistema médico y social cronifica a las personas sin darles mas alternativas a sus patologías que las farmacológicas.

Se que los médicos de familia no son psicólogos ni les culpo de ello, los putos culpables son los gobernantes que escatiman a la hora de aprovisionar de profesionales a la sanidad. Pero pienso que se subestiman las consecuencias de prolongar este tipo de tratamientos ya que solo contribuyen a alargar de forma indeterminada la situación del paciente además de crear una suculenta dependencia hacia la magic pill que tan bien nos hace sentir.

Será cierto que la sociedad nos hace cada día mas débiles? No hay que ir muy lejos, simplemente mirar en la generación de nuestros padres, que han pasado, divorcios, separaciones, serias dificultades económicas, algunos de ellos incluso hambre, han trabajado en la obra, el campo o la industria y han tenido que superar el duelo de trágicas muertes de seres queridos sin tener que recurrir a las pastillas.

Que conste que no subestimo la depresión, es algo muy serio con lo que no se debe frivolizar aunque si es cierto que en la actualidad hay personas incapaces de superar dificultades que (sin ánimo de ofender) no son grabes ni trascendentales para nuestra supervivencia: relaciones sentimentales, problemas laborales, etc. que nos provocan una importante inestabilidad emocional hasta el punto que en ocasiones nos incapacitan para seguir llevando una vida normal. Ni nosotros mismos somos conscientes de lo absurdo de nuestros problemas, al menos mientras nos encontramos inmersos en ellos. Con esto nace una ridícula cultura del victimismo.

En definitiva, tendemos a caminar hacia el camino más fácil. Pero hemos de considerar que no tiene porque ser el idóneo. Ni para nosotros ni para aquellos a los que queremos.

Si nos detuviéramos a mirar mas a menudo a nuestro alrededor veríamos que tenemos mas de lo que necesitamos para vivir y ser felices.